El agua en la casa supone la relación directa entre uno de los elementos arquetípicos del paisaje litoraleño, del cual provienen los artistas convocados, y la acción intervencionista de los mismos en la Casa Trece, a la que han sido invitados para desarrollar sus proyectos.
Pero más allá de esta primera consideración que puede funcionar como nexo entre los dos artífices de esta experiencia (los artistas santafesinos, por un lado, y la casa que funciona como cobijo de sus proyectos, por otro), me detengo, observo el paisaje y me entrego al suave recorrido de mis ríos.
Su curso es casi imperceptible. Aquí parece que nada se agita, que nada pasa, que el agua está detenida, hasta que un camalote entra en el campo visual y sigo su andar. Entonces sí, en ese momento, el río evidencia su movimiento. Desde la arena lo siento lento, suave, impávido, inmutable. No hay piedras que desvíen su rumbo, ni irregularidades en el terreno que alteren su camino. Pero ahí está, siempre corriendo, aunque la aceleración de lo que sucede a su alrededor nos dificulte detenernos en su leve transcurrir, que parece suceder en una microesfera donde todo pasa, pero parece no verse.
*Si elijes continuar esta aventura yendo por el vado, pasa directamente a II, si te animás a hacerle frente al torrente del cause y a las zonas barrosas del bañado sumérgete directamente en I. ¡Buena Suerte!
I
Este río cíclicamente se altera y lo leve se hace monstruo y lo manso se vuelve contra todos. Invade dejando huellas y arrasa con todo imponiendo un nuevo comienzo. El agua entra en las casas costeras (y no tan costeras también); sus habitantes se retiran, el agua se retira, y los habitantes vuelven a entrar. Un ejercicio que se repite una y otra vez, como una especie de obstinación por la fatalidad, como la elección por convivir con la dificultad.
Así imagino a los artistas convocados, trabajando con el agua en la casa, en continua situación de emergencia. Esos son los que me interesan: los impulsados a la creación más allá de las características del contexto y las posibilidades alentadoras que este brinde; los que trabajan con lo que hay, con los pies metidos en el agua, inundados unas veces, a punto de ahogarse otras, pero que siguen imparables haciendo frente a la adversidad con la obra como energía poderosa.
Tener el agua en la casa, ya sea por el drama de una inundación o por la pequeña desgracia cotidiana de tener goteras, por ejemplo, es una situación que produce cambios, que altera, que moviliza el curso de las cosas. Por eso pienso ART DJS (Ponchi, D.J. Buenmozo y Rodrigo), Fernanda, Sandra, Lucrecia, Rosana, Lacho y Fernando en sus ideas y acciones. Ellos hacen de sus prácticas artísticas una labor sinfín de carácter multiplicador, expansionista y desprendido, donde se entretejen sus producciones individuales, con proyectos colectivos de creación y gestión, organización de situaciones de intercambio entre artistas y proyección de espacios de formación. Más allá de los diferentes niveles de impacto que estas acciones tienen (y por más que a veces se tornen invisibles), cada uno de ellos participa activamente de las problemáticas de su contexto, dando respuesta y dialogando, con el deseo de modificar el estado de las cosas para provocar mayor “bienestar” en todos aquellos que hacen de la experiencia estética, asumida como un riesgo, su alimento.
Proyectos autogestionados como Germina Campos, la Casa Roza, Eventual Feria Móvil, Ciclos de encuentros de poesía, Simposium y ART DJS, los cuales están impulsados y coordinados por los artistas participantes de la muestra se han constituido, en los últimos años, en la reacción constructora a la falta de espacio institucional para las nuevas demandas e intereses vinculados con las prácticas artísticas contemporáneas en la ciudad de Santa Fe.
Mientras evoco sus obras me pregunto: ¿qué provoca que estos artistas no claudiquen y sigan trabajando en el agua, cuando muchas veces su práctica no es reconocida? Y me maravillo respondiéndome al instante que parecen estar impulsados por el poder inagotable de quien es conciente de las situaciones adversas y las transforma con el deseo y la convicción de que otra realidad es posible.
De manera consciente, con creatividad y curiosidad, ofrecen una mirada que nos habla de la aventura de vivir en emergencia, por eso me arremango los pantalones y me pongo también, balde en mano, a seguir sacando el agua de la casa.
II
Este río fluye lento, pero nunca se detiene. Circula casi estatuado, pero nunca es el mismo. Se adapta a todo los terrenos, conquista superficies, refresca y brinda alimento. Así entiendo que es la obra de los artistas convocados, así como el agua: avanza más allá de los límites institucionales y del mercado, se desliza en Internet, fluye en espacios no imaginados, se adapta a diferentes soportes, circula sin prisa, adopta diferentes formatos.
Desde hace años ART DJS (Ponchi, D.J. Buenmozo y Rodrigo), Fernanda, Sandra, Lucrecia, Rosana, Lacho y Fernando trabajan dejando correr sus acciones y pensamiento por canales diversos. Con flexibilidad articulan mecanismos que les permiten hacer circular sus producciones en espacios institucionales, privados e independientes, en páginas web, blogs, fotologs, flircks y my spaces, en fiestas, en casas y en campos.
Me asomo al futuro e imagino el cuarto cruce del año en Casa Trece. Pienso que los artistas serán como un río que pasará dejando algunas señales que permanecerán durante el transcurso de la muestra. Imagino la casa y trato de pensar en las obras que la habitarán. Creo que aún no tengo certezas… creo que me interesan más los artistas que las obras.
Digo creo y sigo pensando en eso. ¿Por qué me interesan más los artistas que las obras? Aún no quiero arriesgar una respuesta, mejor sigo buscándola. Pablo Picasso decía: “yo no busco, encuentro”, yo prefiero buscar, encontrar, ¡que aburrido!